Para este trabajo se ha tomado como referencia el cuadro cronológico construido por Luís Guillermo Lumbreras, el cual está elaborado en base a un criterio económico-social reconociendo de este modo tres divisiones: Recolectores, Agricultores Aldeanos e Industriales Urbanos.
Dentro de la primera división: sociedades de Recolectores, identificadas como las más antiguas, el autor lo divide en dos períodos que son el Lítico y Arcaico.
En la segunda división de sociedades Agrícolas Aldeanas, se reconocen también dos períodos llamados Formativo y Desarrollos Regionales, que se diferencian por el grado de afianzamiento en la economía agrícola, teniendo más auge en este último campo.
En cuanto a las sociedades Industriales Urbanas se presentan tres períodos denominados: Imperio Wari, Estados Regionales e Imperio Tahuantinsuyo, centrado en función de las características económico-sociales, que cada una de ellas presentaba.
En este sentido el siguiente trabajo, que mostrará la evolución del pensamiento del antiguo hombre peruano, seguirá esta cronología que permitirá diferenciar y observar cómo se da el pensamiento según la forma de vida que se estuvo atravesando en cada periodo.
La prehistoria andina se encuentra remontada hasta aproximadamente unos 12.000 años antes del presente (A.P), siendo conocido como el Periodo Lítico, donde los primeros pobladores del Perú subsistían gracias a la caza y recolección, y sufrían los problemas de la adaptación en un territorio geográficamente agreste y diverso.
El pensamiento en aquel periodo puede estar reflejado en la creencia de una vida después de la muerte, los restos de entierros en Lauricocha, (9.500 años ) y Paijan (8.000 años) considerado los restos más antiguos del Perú y donde se encuentran los restos fósiles de 2 entierros: un hombre y una mujer, muestran esta suposición. Los atisbos de religión en este periodo también pueden ser señalados y claro ejemplo de esto son los vestigios y dibujos encontrados en Toquepala (9.600 años), allí estos hombres no solo confeccionaban sus armas sino que practicaban su magia y religión, así como pintaron sobre las paredes de las cuevas sus experiencias de caza o sus creencias mágico religiosas.
El pensamiento en aquel periodo puede estar reflejado en la creencia de una vida después de la muerte, los restos de entierros en Lauricocha, (9.500 años ) y Paijan (8.000 años) considerado los restos más antiguos del Perú y donde se encuentran los restos fósiles de 2 entierros: un hombre y una mujer, muestran esta suposición. Los atisbos de religión en este periodo también pueden ser señalados y claro ejemplo de esto son los vestigios y dibujos encontrados en Toquepala (9.600 años), allí estos hombres no solo confeccionaban sus armas sino que practicaban su magia y religión, así como pintaron sobre las paredes de las cuevas sus experiencias de caza o sus creencias mágico religiosas.
El Periodo Arcaico (± 10000 a ± 4000 a.C.) comprende el paso del hombre cazador al hombre domesticador de animales y plantas, lo que permite al hombre comenzar a sedentarizarse.
Alrededor de los 8.000 años antes del presente ya se habian establecido en nuestro territorio asentamientos humanos, quienes incluian a la agricultura como actividad de subsistencia. se han identificados a grupos de cazadores - recolectores en las zonas alto andinas, de agricultures- czadores en los vales de la sierra, y de pescadores, recolectores de moluscos,de plantas en las lomas y agricultores en los valles de la costa.
Ejemplo de esto fue Caral (5.000 A.P.), los habitantes de esta "ciudad" tuvieron una cosmovision de su vida en plena armonia con su espacio geogràfico, asi como del espacio sideral. De este modo el habitante de Caral tuvo una verdadera conciencia de ser parte de la naturaleza y del universo. Con esta concepciòn asumiò la responsabilidad por una conservaciòn del medio. y esto se expresaba en las diferentes ceremonias que se realizaban en las plazas y donde los fogones eran testigos de la ideologia que manifestaban a treves de la quema de ofrendas (textiles, cuarzps, figurines,etc). Asimismo, y referido a ideologias, se concebia a los grandes monumentos presentes como entes vivientes, los cuales atravesaban cambios ciclicos, evideciandose esto en la remodelacion de edificios, en las ofrendas alli hechas y en el entierro de estas al final.
Asimismo en el Periodo Arcaico parece haber existido un culto a los muertos, y prueba de ello son los hallazgos en Chilca (3.600 años a.n.e.) donde se encontraron entierros de hombres dentro de las habitaciones que ocupaban hombres vivos lo que plantearía una convivencia con los muertos.
El periodo conocido como Formativo (±1200 a ±100 a.C.), comprende cambios sociales, tecnológicos y religiosos; y donde la formación, organización y planificación del trabajo serán las raíces para la aparición de clases sociales que impondrán una ideología mítica religiosa.
El desarrollo de la actividad agrícola inducirá al hombre a rendir culto y adoración a elementos y fuerzas de la naturaleza, rencionado éstos con el cultivo de la tierra, tales como la lluvia, el sol, las plantas, etc.
La ceremonias de culto de harán desde los templos que el hombre edificará. Kotosh (2.600 años a.n.e.) ubicado en Huánuco, es el claro ejemplo de los primeros templos dedicados a rituales religiosos, la escultura de las manos cruzadas posiblemente expresa un mensaje de fe y de misterio religioso.
Sin embrago, la evolución del pensamiento en este periodo encontrará su auge en Chavín (± 1200 a.C. a ± 500 a.C.), donde su clase gobernante- sacerdotal- logrará alcanzar una noción mística de la realidad expresado en una especie de oráculo situado en el Templo Chavín de Huantar, donde pobladores de diferentes lugares llegaran a este templo para conocer la predicciones referentes a lluvias, sequias y cosechas buenas o malas.
Los dioses exigían sus ofrendas a cambio de protección, lluvia, buenas cosechas, abundancia de ganado, así los colmaron de alimentos como el maíz, la chicha, o de conchas de la mar como el spóndylus, de increíbles telas de cumbi o de sacrificios de animales.
Asimismo en Chavín se dará la adoración de una trilogía divina: Falcónida, Ofídica y Felina, apreciándose de este modo una forma de totemismo.
El pensamiento de posesiones, es decir la presencia de demonios dentro de las personas, se puede señalar en la cultura Paracas (±700 a.C. a ± 500 a.C.) ya que, con referencia a las trepanaciones craneanas, existen hipótesis de fines mítico religiosas aludiendo que por esos “huecos” producidos podían salir los malos espíritus del cuerpo.
Asimismo poseían un concepto sobre una vida ultraterrena, manifestado esto en los entierros -tanto en el periodo paracas cavernas como paracas necrópolis. Se debe señalar que las momias no permanecían dormidas en su lecho, sino que formaron parte de la religiosidad general, se las veneraba, se les pedía protección y en ocasiones se las paseaba por los campos para asegurar la abundancia de las cosechas.
Algo recalcable de la cultura paracas es la plasmación de sus ideas en los mantos confeccionados por ellos. Así, por ejemplo, podemos señalar mantos con una impecable simetría, hombres bicéfalos seres místicos, ondulantes y enigmáticos.
En el periodo conocido como Desarrollos regionales, que comprende de los ±100 a ±800 años d.C., se puede señalar a la cultura Mochica (±300 a ± 900 años d.C.) como una cultura que trata de plasmar sus ideas y pensamientos religiosos en sus ceramios. Gracias al análisis de las imágenes presentes en las cerámicas mochica se ha podido reconstruir su pensamiento mítico religioso: los mochicas adoraban a una serie de divinidades y fuerzas de la naturaleza, para esto realizaban rituales de sacrificios donde una sacerdotisa entregaba la sangre de los sacrificados a un semidiós con forma de hombre búho y este lo entregaba a una divinidad superior, este dios supremo pudo ser Aia Paec, dios de características antropomorfas.
La creencia de la vida después de la muerte fue muy fuerte en la cultura mochica y esto se observa en los entierros. Los mochicas al enterrar a sus muertos, no sólo pensaron en preservarlos y procurar su perenne conservación, sino que les rodearon de todo lo que pudiera serles útil en su camino al nuevo mundo, donde ingresaban despojados de su vestidura carnal a continuar otra vida. Y como quiera que se les imaginaba siempre solos, había necesidad de proveerles de todos los alimentos posibles y de los objetos de servicio para que no carecieran de nada, alimentos y objetos que eran renovados periódicamente.
La cultura Nazca (300 años d.C.) poseyó un pensamiento que se asienta en la adoración y practica de rituales a huaca, el centro ceremonial Cahuachi, en el valle de Nazca, fue el principal templo donde los nasquenses realizaban sus rituales, que implicaban no solo ofrendas y banquetes sino también el trazado de líneas cuya función era la de hacer llegar directamente las plegarias a los destinatarios del más allá.
Existen abundantes testimonios de cultos individuales, como ofrendas y pagos en formas de atados con plantas, hilos, pelos, cabezas trofeo, etc. Hay también testimonios de cultos colectivos de consumo de alimentos en recipientes ceremoniales y acompañamiento musical con antaras y tambores. Cuando por alguna razón se juzgaba que la huaca residente en el templo perdía su poder o estaba descontenta, la comunidad procedía a reconstruirla. Se derrumbaban los techos y las paredes y se quemaban las columnas, pero los cimientos eran cuidadosamente sepultados y sellados. Sobre la plataforma así obtenida, se construían nuevos ambientes de culto, lo que mostraba la gran importancia de una huaca para los nasquenses.
En la cultura Tiahuanaco, cuyo apogeo estuvo dentro del periodo del gran Imperio Wari, aparece la manifestación de panteísmo, donde se asigna a un ente muy poderoso como principio del mundo, la religión tiahuanaquense poseía un pensamiento significativo percibido como la vinculación del hombre con la creencia de un fundador y su procedencia. En este sentido adoraron al dios Huiracocha, a quien representaron como una figura antropomorfa sujetando dos vara, lo consideraban como el creador del universo.
Durante el periodo de Estados Regionales, en la región costa norte se desarrollaron culturas con características similares este es el caso de las culturas Lambayeque (o Sicán) y chimú, que recibieron gran influencia de la cultura mochica. Además de organizar una economía en función de la agricultura y actividades marinas y desarrollar técnicas artesanas y orfebrerías, tuvieron una singular manera de explicar el origen de sus propias sociedades y de las cosas que existían en su entorno. Así por ejemplo la cultura de Lambayeque tendrá su origen con la llegada de Naylamp- quién llegó en una flota de naves por los mares- y fundó el poderoso estado de la costa norte , además trajo un ídolo a quien los pobladores construyeron un templo- el de Chot- y empezaron a venerarlo con el nombre de LLampayec.
En Chimú el origen de sus pobladores radicará en el dios Kon quien creó los primeros pobladores del mundo,; pero que al no ser venerado por estos los castigo convirtiendo sus tierras de cultivo en arena – esta es la explicación para el desierto que caracteriza la costa norte. El sol fue venerado por los chimú por ser su presencia fundamental para asegurar buenas cosechas. Pero fue la luna –Quillapa Huilla- la diosa más poderosa, incluso más que el sol, ya que ella podía dominar al sol por medio de los eclipses.
Sin embargo es el periodo del Tahuantinsuyo (1532-1440) aquel que logrará sintetizar el pensamiento arrastrado de las culturas preincas. Es importante señalar que es imposible hablar de filosofía en el imperio incaico, ya que el término está referido a una forma de pensamiento del hombre occidental. Sin embargo, se debe dar a conocer que es de importancia la existencia de pensamientos genuinos y originales en el Tahuantinsuyo, y demás culturas antiguas, y sobre los puntos de contacto que pueda tener con las expresiones del pensamiento universal.
Como se mencionó: el periodo del Tahuantinsuyo será aquel sintetizador de los diferentes pensamientos existentes desde la aparición del hombre peruano, en este sentido se puede dar mención de las diferentes características de estos pensamientos:
Como su carácter animista, ya que consideraba que todo está animado y en constante transformación. Por esta razón se le rendía culto a los diferentes elementos de la naturaleza como al Sol, Inti (padre de los incas), a la Luna, a la Tierra, al rayo y la lluvia. Los hombres principalmente se apartaban de la adoración a un creador, a quien lo consideraban inalcanzables por esta razón empezaron a adorar a aquellos dioses menores presentas en la tierra- adoraban a la creación, ya que los veían más cercanos y podían escuchar sus plegarias.
Por esta razón los pobladores del Tahuantinsuyo vivían en plena concordancia y armonía con la naturaleza, no maltrataban ni actuaban contra los principios de la naturaleza. Sabían por ejemplo que la tierra debe descansar un año o dos años para recuperarse y rendir mejor. Además la naturaleza necesita retroalimentarse con sustancias orgánicas y minerales. Cada año enriquecían con estiércol de animales, el guano de islas y rezagos de plantas.
Dentro de estas normas estaba la estricta observancia del respeto a la Mamapacha (naturaleza) y al hombre. Afirmaban que la naturaleza y la mujer eran dos seres que procuraban beneficios al hombre.
Sin embargo, fue en el Tahuantinsuyo que se dio una concepción del mundo, reflejado en un modelo cosmológico de sentido mitológico y resaltado de simbolismo naturalista.
El universo mítico creado por ellos estará en relación directa con su concepción del mundo, al cual dividieron en tres, y los cuales se encuentran comunicados y dominados por espíritus y fuerzas sobrenaturales que habitaban cada uno de los tres mundos en que se dividía el Universo:
Por un lado estaba el HANAN PACHA o mundo de arriba, donde residían los seres celestes; el Sol, la Luna y las estrellas. En el mundo de aquí o KAY PACHA, habitaban los espíritus, hombres, animales y plantas. Y por último, en el UCKU PACHA o mundo de abajo, se encontraban los muertos, las semillas y los mallquis.
Pero estos tres mundos se encontraban en continua comunicación, así el Ucku y el Kay Pacha se comunicaban por medio de Pacarinas, que son aquellos lugares por los cuales salen nuevas vidas, y estos lugares pueden ser los lagos, cuevas, etc.
Ya para este mundo, creado, se dio referencia de un dios, el cual logró ordenarlo. Este dios fue conocido como Ticsi Wiracocha Pachayachachi, que significa: ‘Señor del Universo, Enseñador de tiempo y espacio’. Esta es una deidad pre-incaica venerada sobre todo en la región costeña de Sudamérica. En Tiahuanaco, por ejemplo, se dice que hizo todas las gentes, hizo todas las diferencias de aves, macho y hembra de cada uno.
Sin embargo, el término “creador” no podría ser usado para Wiracocha; recordemos que en la religión incaica se desconocía de una deidad hacedora y creadora de todo. En el Tahuantinsuyo el universo existe desde la eternidad, y la idea de una creatio ex nihilo resulta ser absurda. El pensamiento Tahuantinsuyano se acoge en que Todo proviene de algo; la vida brota de la tierra, el ser humano sale de las mismas entrañas de la Pachamama.
Pero aparte de esto, es rescatable los postulados de Santa cruz Pachacuti Yamqui, quien da mención de una concepción del mundo en el Tahuantinsuyo y pone a Wiracocha como dios supremo de nexo entre las oposiciones de sol y luna, es decir como representación de la relacionalidad complementaria dentro del mismo universo (ticsimuyu), y donde el hombre cumple un papel importante al ser también creación del este dios. Debemos señalar que el hombre es resultado de una doble creación: primero en la oscuridad, obra que la propia “divinidad” considera defectuosa, la elimina por completo y lo conduce a crear un segundo tipo de hombre “en la luminosidad”.
Ahora, este rectificar la obra realizada (que Wiracocha realiza) va a marcar y significar el concepto esencial acerca del hombre, en cuanto “ser capaz de mejorar todo lo que haga”. Este concepto esencial acerca del hombre se expresa en una vía ascendente por la que el hombre debe discurrir, pues para llegar a comunicarse con Wiracocha hay que pasar por “el poder ver”, “poder saber”, “saber señalar” y “saber reflexionar” y que apunta, como es obvio, a que la máxima posibilidad de realización en el hombre se da en el pensar o razonar.
Sintetizando, las concepciones sobre Dios (Wiracocha), mundo (pacha) y hombre (runa) son las que constituyen el tema central de estas síntesis del pensamiento incaico.
Bibliografía consultada
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KAUFFMAN DOIG, Federico. El Perú Antiguo. En Historia General de los Peruanos. Editorial PEISA. Lima Perú, 1983.
MARIÁTEGUI, José Carlos. La Religión en el Tahuantinsuyo. En 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. Empresa Editora El Comercio. Lima –Perú, 2004.
RIVARA DE TUESTA, María Luisa. Pensamiento prehispánico y filosofía colonial en el Perú. Lima, FCE, Tomo I, 2000.
SHADY SOLIS, Ruth. Los valores sociales y culturales de Caral-Supe, la civilización más antigua del Perú y América y su rol en el desarrollo integral y sostenible. Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe. Lima - perù, 2008
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Articulo elaborado por Eduardo Martin, Alanya Huanca . UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN “Enrique Guzmán y Valle” La Cantuta. FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Especialidad: Ciencias sociales -Geografía, 2009
Especialidad: Ciencias sociales -Geografía, 2009
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